domingo, 30 de noviembre de 2008

Felicidad

Ahora que casi no se nada de mi, los días pasan demasiado rápido y la lluvia promete hacerme dormir, el almanaque me sorprende y me regala otro 10 de noviembre, son unos cuantos los que llevo acumulados, entonces descubro nuevos gestos, algún lunar, varias mentiras por contar, voy sumando dudas y restando certezas, hoy en día el verano invade la primavera y los discursos me encuentran en la facultad. Ahora que la avenida se tiñe de lavanda y las cúpulas me llevan a lo más alto, no me permito el lujo de la desesperanza, he cortado las cuerdas, he decido volar. Ahora que me atrevo a pensar en vos un segundo más que ayer, que miro la luna con ganas de soñar, la vida me abraza y la sonrisa me come la cara, me pregunto cuan cobarde es aquel que sólo tiene la idea de lo que es la felicidad.
Debo confesar que hace unos días rondaba por mi cabeza la idea de abandonar el blog, dejarlo huérfano, desaparecer, simplemente no dar ninguna explicación porque entendí que no creo en las autobiografías, que no existe tal situación, sería tan aburrido como la vida en una dimensión, pero fue entonces cuando consideré la posibilidad de que todos son participes, de que participo en historias que me son ajenas, las hago mías, porque les brindo mi perspectiva, así comprendí que cada una de mis historias, de mis relatos son un pedazo y sólo llegan a estar completas si cada uno de ustedes tiene un motivo para acompañarlas, para completarme. Gracias por estar ahí, leyendo mis historias, completando mis relatos.
Gracias Nono.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Así lo quisimos

Pagaría para no verte y sin embargo abro la puerta para que aparezcas del otro lado con la campera de color habano y la bermuda de otros veranos, pienso tantas cosas, y no sé, me adelanto, te abrazo. La cara oculta por la barba que no estas resignado a perder, las zapatillas mal atadas, a las que no le vendrían nada mal un poco de agua y algo de jabón, me dicen que seguís hundiéndote en el laboratorio. Tantas cosas se me ocurren, tantas otras quedan ocultas, te miro y seguís hablando, qué estas pensando? Si en cinco minutos seguís contándome las cosas así, lo adivino. Mientras tanto la televisión quiere llamar la atención pero la dejamos ahí, quieta, callada, para qué prestarle atención si tengo todo lo que necesito, tus ojos son un proyector. Te prepare galletitas casi como te gustan, es que entre las recetas que guardo esa es una de las más oxidadas, cualquier cosa menos de coco, por qué no te gusta? Haceme un favor, no vuelvas seguido, por qué no entendés que no me gusta el anís? Decidimos por unanimidad no recordar pasiones cansadas, en cambio nos gustó repasar marzo, lo que prometían sus interminables noches, sus incansables días, los pochoclos del bar en la bajada de Marcelo T., las botellas de cerveza en el balcón, y sí, ahora tiene más flores, una tiene mi nombre y la otra se llama Ana. Hablamos. Te seguís riendo desde que te dije que nuestro amor no fue comercial, sino algo común y corriente, un experimento indefinido, nada interesante, un ensayo fallido que nunca gano premios, para cualquiera algo así como una caja china, un sentimiento barato que no publicaron los clasificados, que podemos hacer entonces si fue nuestro y así lo quisimos. Por lo menos me dijiste que el café estuvo perfecto. Sonó el teléfono y te comento que no es urgente, por lo menos no más urgente que este encuentro. Las horas se fueron consumiendo, los minutos se fueron agotando y los segundos, que en otros tiempos fueron años, ayer se esfumaron.